Hace
mucho tiempo que cuando un político llega a lo más alto, piensa que puede hacer
y deshacer cual Emperador Omnipotente. Cuando se encuentra con trabas burocráticas
o legales, acaba creando mecanismos para sortearlas, o saltándoselas
directamente; todo depende del tiempo que lleve en el cargo y el poder que
tenga.
Hemos
visto ejemplos durante los años de todos los colores, desde los ayuntamientos
al gobierno de la nación, desde las cosas más grandes a las más pequeñas: los
GAL para combatir a ETA, los ERE andaluces (creados originalmente para abreviar
la burocracia), etc. Ahora con el Coronavirus, se están haciendo más habituales.
Ya se forzó el Estado de Alarma más allá de sus límites, usándolo para prohibir
y regular cosas que no entraban en sus atribuciones, y ahora se sigue haciendo.
En Galicia han decretado un confinamiento sin aval judicial, sin sonrojarse.
En
Galicia y el País Vasco, han quitado el derecho legal a votar en sus elecciones
a unos cientos de personas. Un derecho fundamental de los españoles, que les ha
sido arrebatado sin usar ninguno de los supuestos recogidos en la Constitución.
Los gobiernos de ambas autonomías se lo han prohibido a los que han dado
positivo en Coronavirus, y se han quedado tan anchos. O no. Porque en Galicia
por la boca pequeña, tras los grandes titulares, dicen que es una
“recomendación”, y en el País Vasco amenazan a quien se salte la prohibición
con acusarles de un delito contra la salud pública. Y la Junta Electoral se ha
puesto de perfil, diciendo que si, vale que no salgan, pero que les faciliten
votar (vamos ni si, ni no, sino todo lo contrario).
Nos
hemos acostumbrados a que los gobiernos hagan y deshagan a su antojo, pues tienen
el tiempo de su parte. Incluso aunque pleitees en los tribunales, estos apelan
y una resolución definitiva tarda años y años, desanimando a la mayoría; además
de todo el dinero que gastas. Gracias a ello, sobre todo si llevan muchos años
en el poder, muchos se comportan cual Rey Sol. El único consuelo es que cuando
pierden el poder (algo inevitable), dan una imagen de patetismo con la que muchos
nos reímos a gusto
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