domingo, 24 de marzo de 2013

Relatos de hospital 4: El tiempo es oro 1

Exceptuando los fines de semana, en los que algún familiar puede hacernos alguna cobertura, mi vida transcurre en un ir y venir: Trabajo-hospital-trabajo-hospital, cambiando alguna vez por poder ir a casa. En estas circunstancias, el tiempo libre es un bien muy escaso y apreciado. Por ello, no tengo tiempo que perder. Esto dificulta que pueda dedicar algo de tiempo a mí mismo, en tareas como cortarme el pelo o ir al dentista.
Debido a esto, en aras de ganar tiempo, pedí cita con el dentista que me atendió la última vez. Ya al concertar la cita, me fastidio el que no atendieran hasta las 17:00, cuando antes recibían una hora antes, pero concerté la cita en mi tarde libre. 2 días antes llamaron para confirmar la cita, pero preguntándome si podía retrasarla hasta las 18:15. Con algo de mosqueo conteste que no, que si no podían atenderme a la hora fijada, lo dejáramos para otro día. Sin embargo, dijeron que no habría problemas. Así que el día fijado, llegue a las 16:55 a la clínica. Tras hacerme pasar a la sala de espera, espere pacientemente junto a una madre y su hija. A los 20 minutos paso la niña. A las 17:30, ya estaba mosqueado. 15 minutos después estaba quemado. A las 18:00, sin que nadie me dijera cuando podría pasar, me fui cagandome en sus muelas. Tuve que decir a la mujer que cerrara la puerta detrás mía, al no haber nadie de la clínica. Si hubiera habido alguien, le habr8ia caído una bronca bestial.
Lo que menos puedo permitirme ahora, es perder el tiempo, y cosas como esta, me producen una furia descomunal. La lástima es que no pude desahogarme, teniendo que comerme esta frustración. Pero como dice el titulo, esto es solo la primera parte.

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