Ayer
23 de diciembre, murió Rita Barbera de un infarto. Política durante más de 30
años se ha convertido, para bien y para mal, en un icono y referente político.
De tal magnitud, que incluso fallecida, se la usa para hacer política.
El
día de su fallecimiento, el Congreso decidió guardar un minuto de silencio por
ello. Unidos Podemos decidió no secundarlo, saliéndose de la cámara durante elmismo. Lo justificaron diciendo que ni era el lugar, ni querían homenajear a
personas corruptas; usaron la figura de Barbera para presentarse, una vez más,
como distintos de los demás grupos políticos y paladines de la decencia.
Curiosamente mas tarde, en el Senado si se unieron al minuto de silencio.
El
PP por su parte, no desaprovecho esto y se lo echo en cara, siendo conscientes
de que en España eso de “no hablar mal de los difuntos”, es algo casi
tradicional. Aprovecharon para echarles al rincón de los raros y sin escrúpulos.
Pero
no acabo aquí. Diversos personajes del PP, decidieron decir sin decirlo, que elinfarto de Barbera había sido producido por todo el revuelo mediático alrededorde ella. E intentar así abrir el debate sobre los “juicios paralelos”, la presunción
de inocencia y para rematar la faena, arropar a la muerta, pese a que ellos
mismos la apartaron todo lo posible.
Ahora
la pieza escindida del caso Taula que juzgaba a Barbera, será sobreseída y
nunca habrá resolución judicial sobre su participación en ello. A efectos
legales, siempre será inocente. Otra cosa es que a efectos políticos, por su
incapacidad o falta de ganas para darse cuenta de todos los líos en Valencia, era
claramente culpable de negligencia. Que si hubiera querido resguardarse de la exposición
mediática, no hubiera peleado con uñas y dientes su escaño como senadora, hasta
el punto de irse al grupo mixto. Resulta inconcebible que con la fama que
obtuvo como alcaldesa de Valencia durante 24 años, pretendiera pasar al
anonimato siguiendo en política. Especialmente en un país, en el que nos gusta
tanto subir y bajar de los altares a los personajes públicos.
Pero
sorprendentemente, Rita Barbera se ha convertido en 2 días en un icono político
a la altura de Adolfo Suarez, al que mentan cada dos por tres utilizando su recuerdo para
cualquier cosa. Cual artista, Barbera se ha convertido en un activo político más
valioso muerta que viva.
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