domingo, 8 de julio de 2012

Política y deporte





Olimpiadas de 1986 en México. Los velocistas Tommie Smith y John Carlos ganaron el oro y el bronce respectivamente, en los 200 metros lisos. En el podio mientras sonaba el himno de Estados Unidos, levanto cada uno una mano cubierta por un guante negro, a la vez que agachaban la cabeza. Así protestaron por la tensión y segregación racial, que todavía había en su país. El ganador de la medalla de plata, el australiano Peter Norman, les secundo llevando un adhesivo negro.
Los atletas fueron expulsados de sus equipos y desalojados de la villa olímpica, por decisión del Comité Olímpico Internacional, que definió el acto como una "declaración política reñida con el espíritu deportivo."


Esta ha sido la escusa durante años, para evitar reivindicaciones en grandes eventos deportivos. Este ejemplo es el más conocido, pero hay muchos más. Desde la concesión de las olimpiadas del 2008 a China, pese a sus conocidos recortes de libertades, premios de fórmula 1 en países con graves protestas sociales, hasta el más reciente, la final de la Eurocopa 2012. El vano intento de protesta por la encarcelación de la ex primera ministra ucraniana, con la no asistencia de líderes políticos a los palcos de los estadios, fue ignorado clamorosamente en la final.
Pero ¿Por qué tiene que estar separado el deporte de la política? Ambas tienen en común la unión de la gente, para el disfrute, la responsabilidad y el servicio a los demás. La verdadera razón de querer su separación, son los intereses económicos. A ningún patrocinador le interesa que su nombre se mezcle con polémicas. Por ello se intenta cercenar cualquier reivindicación de raíz, para que sigan fluyendo los millones de euros que engordan las arcas de los respectivos organizadores. Gracias a ellos se pueden logras cosas como el que concedan un mundial de futbol, que se juega durante el verano, a un país con unas temperaturas medias durante esa época de 40 grados centígrados (si hace falta, ya cambiaremos las fechas; total, seguiremos cobrando un pastizal).


Como siempre, tiene valor el viejo dicho de Quevedo "poderoso caballero es don dinero".

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