Se
ha adelantado lo inevitable. Mi padre ha muerto hace menos de 2 semanas. Una
infección le causo un fallo multiorganico y los médicos no pudieron salvarlo.
No
había signos de que esto pudiera precipitarse. Mi padre llevaba padeciendo
Parkinson más de 13 años, sufriendo un lento deterioro físico y síquico. Pero
lo que en los últimos tiempos le estaba fastidiando, eran las infecciones
urinarias. Portador de una sonda de orina desde hace mas de 5 años, padecía una
racha de infecciones graves entre finales del año pasado y principios de este,
que le obligaron a varios ingresos hospitalarios. Sin embargo tras el último,
parecían controladas a base de antibióticos. Es cierto que tras la última
hospitalización en febrero, había decaído bastante: pasaba mucho tiempo
tumbado, su cabeza tenía pocos momentos de plena lucidez, y cada vez estaba más
desganado para todo. Bajaba y subía las escaleras de nuestro piso a la calle
con dificultad, y le paseaba en una
silla de ruedas. Sin embargo, yo le quería y disfrutaba esos breves momentos
que estaba bien al día. Nos habíamos librado del dichoso Coronavirus (ya antes
teníamos poco contacto con la gente), y pese a lo relatado, no mostraba los
signos característicos de infección que otras veces le habían llevado al
hospital.
Comenzó
la semana quejándose de escozor en la vejiga, pero iba y venía. Por otra parte,
no se acumulaba mucha orina en la bolsa. Pero como siempre sudaba mucho, no le
di importancia. De todas formas, llame a la doctora de cabecera para comentarla
lo del escozor. Esto fue un miércoles. Como
al día siguiente nuestra enfermera le iba a cambiar la sonda, le receto
un sobre de antibiótico para ese día, y me dijo que si seguía con molestias,
volviera a llamar. El jueves vino la enfermera a casa, le cambio la sonda sin
grandes problemas, y continuamos el día. Se tomo sus medicinas, y no parecía
tener demasiadas molestias. Incluso esa tarde salimos un poquito a la calle y
tomamos un refresco en una terraza. Ceno bien, le di sus pastillas (mas un
paracetamol por que decía tener alguna molestia) y nos fuimos a la cama. Ya
acostados tuvo un par de episodios de fuerte escozor, aunque parecía pasársele.
Sin embargo sobre las 03:00 de la mañana, empezaron a entrarle escalofríos y
decir que tenía mucho frio (solía dormir solo con un pantalón corto de pijama).
Ante sus suplicas, le eche por encima un batín fino mío, pero no solo no se le
pasaba, sino que empezó a tener fiebre alta. Llame a emergencias, viniendo
rápidamente una pareja de sanitarios. Decidieron que lo mejor era llevarle al
hospital en ambulancia, pidiéndola ellos. Esta vino pronto, aunque cuando vino,
mi padre ya parecía estar semi inconsciente. Llegamos al hospital y tras las
preguntas de rigor, me toco esperar. Tras esperar más de 1 hora sin noticias,
ya pregunte. Salió una doctora que me dijo que estaría en observación, y que ya
me llamarían. Al contrario que en otras ocasiones, por el Covid no podía
quedarme con él, así que volvió a casa. Cogí sus medicinas (pues en el hospital
a veces les falta alguna); hice incluso una lista de cosas a tener en cuenta
con él, preocupado de que se viera solo en una cama de hospital, con sus ya
habituales problemas de comunicación. Fui al hospital para entregarlo todo, y
otra vez volví a casa.
Solo
puede esperar, viendo pasar impaciente las horas, hasta que sobre las 13:00
llamaron. Me dijeron que le habían hecho la prueba del Coronavirus, que había
dado negativo y lo subirían a planta. Podría estar una persona (siempre la
misma, y ambos con mascarillas) con él, así que comí, cogí la mochila prepara
para estas ocasiones y fui para allá. Aun me toco esperar unas horas en la sala
de espera, pero volvieron a llamarme. Me dijeron donde iba a estar, y que
estaba muy delicado, debido a una fuerte infección. Cuando pude verle en la
habitación, tenía los ojos abiertos, oxigeno y una mascarilla; pero era como si
no estuviera ahí. Aunque le hablaba y acariciaba, no parecía ser consciente. Se
paso un medico para concretarme lo mismo: Tenía una infección fortísima, y
aunque le iban a poner mucho antibiótico, debía prepararme para lo peor.
Pasaban las horas, le ponían cosas, pero no parecía mejorar. Pase la noche a su
lado, sentado en el butacón del hospital, dándole la mano, como otras veces.
Pero esta vez no era igual. De madrugada le sacaron sangre para análisis. Al no
encontrarle bien las venas (algo recurrente), decidieron pincharle en el dorso
de la mano. El hombre ni se estremeció. Ahí ya vi que la cosa estaba muy, muy
mal. Por la mañana se paso una doctora y me dio las mala noticias: debía tener
una infección y el cambio de sonda, ya fuera porque la metió en sangre o porque
disparo algo, la potencio muchísimo. Tenía mal los riñones, tocado el hígado y
parte del liquido que le metían para que orinara, se iba a los pulmones. Además
estaba en coma neurológico, sin enterarse de nada. Sin poder decir cuando, era
cuestión de tiempo que falleciera. Dolió mucho oírlo, y aun llorando, pude
terminar de hablar con la doctora. Las enfermeras me trajeron una tila, algo
que agradecí. Fue desgarrador verle apagarse poco a poco, hora a hora. Llego un
punto en que la enfermera tuvo que conectarle hasta 4 veces la máquina de
electrocardiogramas, a ver si seguía teniendo latidos. Hasta que sobre las
16:00 no tuvo.
La
enfermera llamo a la doctora para confirmar su muerte. Tras ello, se fueron a
preparar los papeles. Yo aproveche para despedirme de él, y recoger las cosas
de la habitación. Arregle las cosas con la compañía de seguros, volví a casa
para asearme y fui al tanatorio. Tuve la fortuna de que varios familiares y
amigos me acompañaron en su velatorio. Resulto especialmente reconfortante, el
ver a amigos a los que durante los últimos años apenas había podido ver, hacer
grandes esfuerzos para venir aunque
fuera un breve rato a darme el pésame. Se le enterró a las 24 horas de fallecer,
y podría decirse que ahí termino nuestra historia.
Ahora
empieza la mía en solitario. Algo difícil, pues siempre viví con los dos o uno
de mis padres. Abandone la búsqueda de empleo para dedicarme completamente a
cuidar a mi padre; tenía un plan de contingencia para después, pero pensaba que
fallecería dentro de unos cuantos años más. Ahora tengo que pararme y pensar:
desde mi último trabajo pagado, han pasado 2 años dedicados (sobre todo el
ultimo), prácticamente en exclusiva a cuidar de mi padre. No me arrepiento de
ello, pero ha sido muchas veces duro y estresante, superado en gran parte por
ayuda psicológica profesional. Creo que dedicare un par de meses a relajar la
cabeza en la medida de lo posible, y tras estudiar todas las variables, decidir
qué hacer con mi vida. Y veremos.
Amanecerá y veremos. Muchas decisiones que tomar, mucho en que pensar. Tomarse un tiempo es lo más adecuado, siempre que se pueda.
ResponderEliminarMucho ánimo en esta nueva etapa de tu vida. Amanecerá y veremos.
Un triste relato, un duro palo, pero como bien dice Ernesto, amanecerá.
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