domingo, 14 de mayo de 2017

Cuando los partidos renuncian a su ideología

Hace unos días José Ignacio Torreblanca, escribió una columna en El País, donde abogaba que el PSOE debía elegir un secretario general pensando menos en quien representaba mejor los valores del partido y a ellos mismos, sino en poder conectar con la gran mayoría de votantes españoles.
El autor dice claramente algo que otros colegas llevan comentando más veladamente hace tiempo: que para convertirse en una alternativa de gobierno, el socialismo europeo debe abandonar sus posturas ideológicas y malearlas, hasta llegar a la suficiente  cantidad de gente que le permita gobernar.


No es que los programas de los partidos políticos, se cumplan mucho tras las elecciones de turno. Y es cierto, que de vez en cuando, los partidos cambian sus programas y filosofías. Pero el renunciar a sus fundamentos para acercarse a “votantes de centro izquierda”, es algo complicado y peligroso. Algo que se ha echado en cara en los últimos años al PP, por parte de sus votantes más antiguos y de derechas, es que han renunciado a los postulados de un partido de derechas, para  ser algo más difuso y convertirse en un partido de gestión.
Si el PSOE intentara hacer lo mismo, se encontraría en una doble pinza: por un lado UNIDOS PODEMOS, les reprocharía su abandono de la izquierda (haciéndose probablemente con una gran cantidad de sus votantes); por el otro, daría más razón a la gente que afirma que el PP y el PSOE es lo mismo: partidos gestores dependientes de Bruselas. Y teniendo que elegir entre 2 partidos iguales, ya saben lo que dicen: mejor el original.


El problema de no tener una ideología clara, es que con el tiempo todos parecen iguales. Si un militante ve como su partido renuncia a sus principios, dejara de votarlo tarde o temprano.  Para elegir entre simples gestores, no hay ganas ni emoción; solo apatía, aburrimiento y en el caso de las elecciones, abstención.


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