La
crisis ha golpeado duramente al consumo. Y duramente al pequeño comercio, cada
vez más debilitado ante las grandes superficies. Esto hace que ahora se
aprovechen aun más de ellos, tanto la gente en general como los compradores más
fuertes. Tomemos como ejemplo una pequeña carnicería de barrio, y sus problemas:
Horario “seven
eleven”:
Para
algunas personas, da igual el horario que tengas: Aunque todavía no hayas abierto
y estés montando, se meten en la tienda para que las atiendas. O pasada la hora
de cerrar, tranquilamente y sin ninguna prisa. Desquiciantes esas personas que
piden a gritos que las atiendan, arguyendo que tienen prisa, como si el resto
de gente no tuviera nada que hacer. Y tienes que atenderlos con tu mejor cara.
Peores
son los bares; aunque sea un día de fiesta, te llaman porque el género se les
ha agotado. El colmo es que cuando te llaman al móvil un sábado por la tarde
(que no trabajas), habiéndoles llamado tú esa misma mañana, para ver si querían
algo. Pero es más cómodo no cargarse de género, sabiendo que no importa cuando
llamen, lo tendrán.
Hazme una rebajilla
quillo:
Algunas
personas (no muchas, cierto) te preguntan que les puedes dar por una cantidad
irrisoria de dinero. Generalmente son extranjeros, que al final no compran
nada.
El
“regateo” que tienes que hacer constantemente con los bares es horroroso:
Esgrimiendo que compran mucho, te exigen que les rebajes bastante el
precio de las cosas. Haciendo cuentas, efectivamente puede ser rentable. Pero
al poco tiempo, te empiezan a pedir más rebajas en esto o aquello, argumentando
que otras personas se lo ofrecen más barato. En algunos casos te dicen precios,
que acabas diciéndoles que te den el numero de los otros, que lo venden más
barato que como tú lo compras. Por supuesto, el género es de menor calidad,
nadie da duros a pesetas (o ahora seria euros a céntimos). Pero a algunos bares
les vale cualquier cosa.
Ya te pagare:
También
cuentan con que les fiaras, despreocupándose de esas deudas; ya se pagara. La
próxima vez que vengan a la tienda, si no se les ha olvidado. Y a ver como se
lo recuerdas, sin ofenderles encima.
Mucho
peores son los bares: no solo van acumulando grandes cantidades de deudas, sino
que según pagan un poco, van acumulando más deudas. Encima cuando vas a
reclamarles, se hacen los ofendidos, te llaman pesetero, o se chotean diciendo
“que no se van a ir a ningún sitio”. Y así
sigues sirviéndoles, porque temes perder una fuente de ingresos, aunque sea de
las de tarde y mal (y quizá nunca).
Estos
son unos pocos ejemplos, que van minándote no solo la moral, sino los fondos
reducidos de los que dispones. Gotas y gotas que van a acumulándose, hasta en ocasiones
desquiciarte o incluso hundir el negocio.
2 comentarios:
Posí, tienes toda la razón. El pequeño comercio es el más castigado, sobre todo en los malos tiempos, y sin duda el que más sufre la subida del IVA al no tener la capacidad de las grandes superficies.
La ultima subida del iva la tuvimos que asumir nosotros, puesto que ya estaba la clientela bastatante apretada. Pero claro, eso es otra sangria en los fondos.
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