lunes, 14 de enero de 2013

El abuso sobre el pequeño comercio


La crisis ha golpeado duramente al consumo. Y duramente al pequeño comercio, cada vez más debilitado ante las grandes superficies. Esto hace que ahora se aprovechen aun más de ellos, tanto la gente en general como los compradores más fuertes. Tomemos como ejemplo una pequeña carnicería de barrio, y sus problemas:

 

Horario “seven eleven”:

Para algunas personas, da igual el horario que tengas: Aunque todavía no hayas abierto y estés montando, se meten en la tienda para que las atiendas. O pasada la hora de cerrar, tranquilamente y sin ninguna prisa. Desquiciantes esas personas que piden a gritos que las atiendan, arguyendo que tienen prisa, como si el resto de gente no tuviera nada que hacer. Y tienes que atenderlos con tu mejor cara.

Peores son los bares; aunque sea un día de fiesta, te llaman porque el género se les ha agotado. El colmo es que cuando te llaman al móvil un sábado por la tarde (que no trabajas), habiéndoles llamado tú esa misma mañana, para ver si querían algo. Pero es más cómodo no cargarse de género, sabiendo que no importa cuando llamen, lo tendrán.

 

Hazme una rebajilla quillo:

Algunas personas (no muchas, cierto) te preguntan que les puedes dar por una cantidad irrisoria de dinero. Generalmente son extranjeros, que al final no compran nada.

El “regateo” que tienes que hacer constantemente con los bares es horroroso: Esgrimiendo que compran mucho, te exigen que les rebajes bastante el precio de las cosas. Haciendo cuentas, efectivamente puede ser rentable. Pero al poco tiempo, te empiezan a pedir más rebajas en esto o aquello, argumentando que otras personas se lo ofrecen más barato. En algunos casos te dicen precios, que acabas diciéndoles que te den el numero de los otros, que lo venden más barato que como tú lo compras. Por supuesto, el género es de menor calidad, nadie da duros a pesetas (o ahora seria euros a céntimos). Pero a algunos bares les vale cualquier cosa.

 

Ya te pagare:

También cuentan con que les fiaras, despreocupándose de esas deudas; ya se pagara. La próxima vez que vengan a la tienda, si no se les ha olvidado. Y a ver como se lo recuerdas, sin ofenderles encima.

Mucho peores son los bares: no solo van acumulando grandes cantidades de deudas, sino que según pagan un poco, van acumulando más deudas. Encima cuando vas a reclamarles, se hacen los ofendidos, te llaman pesetero, o se chotean diciendo “que no se van a ir a ningún sitio”.  Y así sigues sirviéndoles, porque temes perder una fuente de ingresos, aunque sea de las de tarde y mal (y quizá nunca).

 

Estos son unos pocos ejemplos, que van minándote no solo la moral, sino los fondos reducidos de los que dispones. Gotas y gotas que van a acumulándose, hasta en ocasiones desquiciarte o incluso hundir el negocio.

 

2 comentarios:

Neovallense dijo...

Posí, tienes toda la razón. El pequeño comercio es el más castigado, sobre todo en los malos tiempos, y sin duda el que más sufre la subida del IVA al no tener la capacidad de las grandes superficies.

Bibliotecario dijo...

La ultima subida del iva la tuvimos que asumir nosotros, puesto que ya estaba la clientela bastatante apretada. Pero claro, eso es otra sangria en los fondos.